Conquistando tu DEBIR
Conquistando Promesas
Leyendo la Biblia El Padre me permitió ver verdades espectaculares, creo que mi cerebro se ensanchó. Narra el libro de Josué (Vs 15:15-17) que la tribu de Judá, por medio de Caleb, conquistó Hebrón.
Hebrón, lugar del Pacto con Abraham (a quien Dios llamó Mi amado), significa: comunión, amistad. Sucedió entonces que años más tarde, Caleb, uno de los doce espías, conquistó Hebrón éste territorio como herencia para Judá, destruyendo de ese lugar a sus habitantes: gigantes descendientes anaceos y nefileos.
¿Qué gigantes pueden impedir que conquistemos el lugar de la comunión con Nuestro Dios?
Yeshúa (Jesús), el León de la tribu de Judá, desposeyó a cualquier gigante que impidiera nuestra entrada al Lugar Santísimo, podemos ir libremente al Trono de Su gracia. Territorio que Él conquistó para nosotros por Su sangre preciosa. Él es el Gigante Poderoso de Israel.
Ahora bien, luego de conquistar Hebrón, la tribu de Judá marchó a otro territorio para conquistarlo: Quiriat Sefer, cuyo significado es Ciudad del Libro. Caleb el líder de la tribu, dijo que quien conquiste ese tierra, le daría a Su hija Acsa en casamiento. Él buscaba a un aguerrido combatiente como esposo para su hija, no a cualquier pusilánime, ya que ésta era una ciudad fuerte para conquistar, habitada por cepa de gigantes también. Se levantó Otoniel, su hermano menor: misma estirpe, mismo espíritu superior de guerra que su hermano Caleb, y la conquistó; y ahora la ciudad que antes se llamaba Ciudad del Libro, Se llamó Debir, que significa Oráculo, lugar de hablar, osea Pensamientos y Palabra que salen directamente del aliento y boca de Dios. ¿A cuántos creyentes El Libro, osea, la Biblia, les parece un conjunto de códigos sellados, sólo letra muerta y vacía? Cuando la revelación de la verdad viene por medio del Espíritu Santo y la creemos con todo el corazón, estamos conquistando. Estamos arrebatando herencia. Ella se convierte en una Verdad revelada del Padre, los planes secretos de Su corazón antes velados para nuestros ojos, ahora se convierten en ese oráculo Divino: Palabra en Acción, El Verbo, Palabra Hecha carne, Yeshúa (Jesús) mismo.
"El nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero El Espíritu vivifica"
Así es cuando creemos en Nuestro Amado Yeshúa como Amo y Salvador, por la justicia de la fe, Él se convierte en la Palabra viva que habita en nuestros corazones.
Como creyentes, tenemos que ser como Otoniel, quien fue valiente para creer las promesas de Dios, y se hizo uno con lo que Dios habla desde los Cielos, tanto así que luego llegó a ser el primer juez en Israel, luego de que muriera Josué (Jueces 3:9-11)
Comentarios
Publicar un comentario