El factor Sunamita

 Encontrar la variable oculta en la Sunamita

Todos podemos ser como la mujer Sunamita, y no hablo de su afán por agradar a Dios, lo cual se ve reflejado en la preparación y dedicación para hacerle habitación en su propia casa, sino en ese anhelo oculto en nuestro corazón que nos produce desesperanza y amargura, porque lo vemos como algo que no sucederá, tal como dice el libro de Proverbios, la esperanza que tarda es tormento en el corazón.

Para ella fue el anhelo de un hijo, y en el contexto histórico y cultural en el que ella vivió, la esterilidad era considerado denigrante, vergonzoso y maldición.


¿Cuál es tu factor Sunamita?


¿Qué es eso que has deseado tanto, por lo cual has gemido o por lo cual te has esforzado en conseguir aún de maneras bíblicas y nos has logrado? Aún eso que por derecho legal y bíblico te corresponde, pero que no has obtenido.

Bueno, te cuento, el mío lo descubrí hoy derramando toda la frustración y tristeza del fracaso, aún con ira y llanto delante del Señor. Descubrí un tapón grueso de amargura que no sabía que estaba en mi corazón. Literalmente sentí que al confesarle todo a Mi Amado, ese tapón salió, así como cuando destapamos una botella de vino, y pude notar como un vino nuevo de paz, aceptación y agradecimiento fluyó de mi corazón hacia el corazón del Señor. Él es tan bueno, perfecto y puro. Sus intenciones son tan sublimes, pero muchas veces las mal interpretamos. Él sabe lo que hace y cómo lo hace. Busca de nosotros que podamos soltar todas esas amarras que nos impiden adorarle en Espíritu y Verdad. Esos tapones, en otros; corazas de hierro completas, que impiden que fluya ese precioso vino nuevo que El anhela que produzcamos para Su deleite. Si tiene que romper el frasco, lo hará, pero el valioso perfume tiene que salir. El pagó un precio muy alto por ese anhelado aroma. Su intención no es dejarnos rotos, sinó restaurarnos conforme a Su imagen y semejanza. ¿A caso no es eso lo que queremos? Agradezcamos sinceramente, ya que Nuestro Amado no dejará la obra de Sus manos incompleta. Nos está perfeccionando para encontrarnos justo como Lo desea. Te adoro, en Espíritu y Verdad.

Y así fue como la Sunamita, en todo Su proceso vivido, descubrió Su corazón delante del Eterno, cuando le dio el anhelado hijo, pero que luego enfermó y murió. Allí salió a la luz completamente toda aquella amargura, que se dejó entre ver cuando pidió al profeta que no se burlara de ella al recibir la Palabra. Sin embargo, todo ese dolor de la pérdida del hijo sirvió para resolver lo oculto del corazón de aquella mujer, no para dejarla rota y desolada, sino para sanarla, y que conociera el maravilloso Poder De Dios de Resurrección. Más adelante observamos, que también El Eterno en Su bondad, ordenó la total Restitución de sus bienes y sus tierras. 

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