El levita y la concubina de estos tiempos

El levita malvado y la concubina despedazada

No muchos predican acerca de este oscuro episodio que nos narra la Biblia en el Libro de Jueces, capítulo 19. Resumiento el relato, se trata de un levita que, cuando vinieron hombres perversos para violarlo, prefirió echar a la calle a su concubina para que la violaran a ella, y al día siguiente, luego de ser ultrajada toda la noche, él solo le dijo, con un aire frío y distante: levántate. Al ver que ella murió de tanto maltrato, sólo se le ocurrió picarla en 12 pedazos y repartirlos por toda Israel, ésto, para reclamar una disfrazada justicia. Este cruento suceso nos da una idea del nivel de inmoralidad y perversión del pueblo y del sacerdocio de la época, pero, si nos sinceramos, puede no estar muy lejos de la realidad del pretendido sacerdocio actual. Un sacerdocio blasfemo, religioso, vacío sin amor e hipócrita, referente de un asalariado, que busca una justicia pública y barata, a cambio de dinero y reconocimiento: corrupción sacerdotal y ministerial.

Pastor inútil, sacerdocio inútil

El profeta Zacarías (11:15-17) nos habla de un pastor totalmente inútil y malvado, que abandona el rebaño, que no se ocupa de las ovejas perdidas, ni descarriadas, no sana a las enfermas, sino que al contrario, no les interesan en lo absoluto, sino que saca provecho de ellas. Vemos aquí retratado a este levita, que supuestamente amaba a su concubina, ya que narra la historia, que fue a hablarle amorosamente, pero cuando llegó el momento de realmente demostrar su amor, en lugar de protegerla y salvaguardar su vida, la echó literalmente a la calle para que la destrozaran esas fieras destructivas y lascivas.

YESHÚA, el buen pastor

Yeshúa (Jesús) dio Su vida por Su amada novia prometida aunque bien sabemos ella le había sido infiel (Efesios 5:25-29). Él también nos advirtió éstas cosas en el libro de Juan (10:11-13), sabiendo que Él es el buen pastor, quien pone la vida por sus ovejas, a diferencia del asalariado que no le importan las ovejas, sino que huye cuando viene el peligro, abandonándolas y por ello son dispersadas. Eso fue exáctamente lo que hizo ese levita, era su concubina, no su esposa, no la amaba realmente, no le dio el valor y dignidad de mujer como coheredera de la gracia, cuando llegaron los violadores, la abandonó, la echó fuera y la usó para defenderse, sin importarle lo que hicieran con ella. Como comentario personal, aunque la Biblia no lo menciona, puede que el levita del que hablamos, sea el mismo de Jueces 17 y 18, el cual dice la Palabra que fue tomado por un hombre como sacerdote a sueldo, obviamente sin sujetarse a los mandamientos, y quien también vivía en la serranía de Efraim. Un simple asalariado sin corazón, sin santidad y sin unción, sin real sacerdocio.

El levita y la concubina de estos tiempos

Pude ver como esa concubina destrozada es la novia desposada con Yeshúa, que no es amada por los representantes de ese sacerdocio corrupto e hipócrita, ya que cuando llega el "lobo", no la protege ni ayuda, sino que huye y la fuerza afuera, abandonándola para que sea ultrajada por el sistema pervertido y opresor del mundo, es insensible con ella, pues realmente no la ama, la corta en trozos, la divide en pedazos. Es un sistema religioso que no quiere la unidad, por eso existen tantas denominaciones, en lo que debiera ser un solo cuerpo. Es un sacerdocio pagano que no respeta los mandamientos de Dios, sino que hace lo que le da la gana, se sustenta en opiniones y tradiciones, en ídolos; como está escrito en el libro de Jueces, en aquel tiempo, cuando no tenían a Dios por Rey, cada quien hacía lo que bien les parecía, UN SACERDOCIO O PASTORADO DE ASALARIADOS. 

Sin embargo, nuestra esperanza siempre está en El Señor Yeshúa, Quien nos ama con celo apasionado, nos protege y santifica, Quien además se reserva un remanente que no dobla las rodillas ante el sistema,  y levanta un Real Sacerdocio según el orden de Melkizedek que sí se mueve en temor reverente al Eterno Dios, que está dispuesto enseñar y cumplir Los Mandamientos, a pastorear con entrega y dedicación, y a amar con amor divino a Su pueblo.

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