¿Qué tienes en casa?
¿Qué tienes en casa? Esa fue la pregunta que cambió la vida de una viuda en Israel que había perdido toda esperanza...
Ella respondió aún teniendo en menos lo que SÍ tenía: "Tu sierva no tiene ninguna cosa en casa, sino una vasija de aceite", y precisamente esa vasija fue usada por Dios para transformar su realidad en vida y abundancia. Es momento de abrir nuestros ojos a lo que tenemos y quitarlos de lo que aún no tenemos, porque se nos puede ir la vida en alcanzar aquello, sin lograrlo y pudiera ser lamentable e irreversible la gran pérdida.
Si no estoy agradecido y desaprovecho lo que tengo, si lo menosprecio porque deseo algo mejor, cómo vendrá lo demás, cómo se activarán las promesas del Padre en nuestra vida, si ni siquiera disfrutamos con agradecimiento lo que ya nos dió. Dejar a un lado la queja, los deseos desordenados, y no dejar que la vida languidezca en el anhelo insaciable.
Es tiempo de aprovechar y agradecer lo que ahora tenemos, las bendiciones del presente, que con la ayuda del Padre se activa la multiplicación, la saciedad y la plenitud. No podemos desaprovechar lo que nos ha sido dado, debemos hacer una buena administración y mayordomía de lo que tenemos a mano, si en lo poco somos fiel, en lo mucho Él Amo de la casa nos pondrá. Recordemos la parábola de los talentos, los primeros siervos hicieron uso y usufructo del talento, pero el último lo escondió. A aquéllos se les añadió más y fueron exaltados, pero a éste último aún lo poco que creía "no tener" le fue quitado y fue severamente reprendido. Igualmente en la multiplicación de los peces y panes, a los ojos humanos de los discípulos, era muy poco para alimentar a tantos, pero El Maestro les dió una lección crucial: en Sus manos y con agradecimiento, fue multiplicado de tal manera que sació a todos y sobró para ser usado luego, no para desperdiciarlo.
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