Buena obra ha hecho
No es desperdicio, buena obra ha hecho conmigo Cierta mujer rompió un frasco de alabastro para ungir a su Maestro y Amo Yeshúa (Jesús) pero Sus otros discípulos (sí, aquellos con los que intimaban y siempre estaba) la criticaron duramente diciendo que se pudo haber usado en otra cosa, según ellos, "más provechosa". El Señor la defiendió, validó y restauró públicamente, dejando además una memoria histórica de ello en los evangelios. Aunque a ojos de otros sea indignante, incluso para los mismos discípulos, Mi frasco roto no se ha desperdiciado, fue ante El Maestro que lo derramé. Buena obra he hecho. Este relato nos enseña que Él es quien define nuestra valía. Es Él quien decide lo que es valioso, así parezca inútil. Porque Él escoge lo necio, lo débil y tenido en nada, para avergonzar lo que es exaltado y tenido en mucho en el mundo. La exaltación del Padre no tiene nada que ver con los estándares humanos y del mundo, con esto anula y humilla el orgullo de los que creen tener...